jueves, 9 de octubre de 2008

Carlos Ruiz Zafón


Biografía

Carlos Ruiz Zafón es uno de los autores más leídos y reconocidos en todo el mundo. Inicia su carrera literaria en 1993 con El Príncipe de la Niebla (Premio Edebé), a la que siguen El Palacio de la Medianoche, Las Luces de Septiembre (reunidos en el volumen La Trilogía de la Niebla) y Marina. En 2001 se publica su primera novela para adultos, La Sombra del Viento, que pronto se transforma en un fenómeno literario internacional. Con El Juego del Ángel (2008) vuelve al universo del Cementerio de los Libros Olvidados. Sus obras han sido traducidas a más de cuarenta lenguas y han conquistado numerosos premios y millones de lectores en los cinco continentes.

Obras

Narrativa





Fragmento:

"La sombra del viento"
El Cementerio de los Libros Olvidados
Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el
Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y
caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de
vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre
líquido.
—Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie —advirtió mi padre—. Ni
a tu amigo Tomás. A nadie.
—¿Ni siquiera a mamá? —inquirí yo, a media voz.
Mi padre suspiró, amparado en aquella sonrisa triste que le perseguía como una sombra
por la vida.
—Claro que sí —respondió cabizbajo—. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes
contárselo todo.
Poco después de la guerra civil, un brote de cólera se había llevado a mi madre. La
enterramos en Montjuïc el día de mi cuarto cumpleaños. Sólo recuerdo que llovió todo el
día y toda la noche, y que cuando le pregunté a mi padre si el cielo lloraba le faltó la voz
para responderme. Seis años después, la ausencia de mi madre era para mí todavía un
espejismo, un silencio a gritos que aún no había aprendido a acallar con palabras. Mi padre
y yo vivíamos en un pequeño piso de la calle Santa Ana, junto a la plaza de la iglesia. El
piso estaba situado justo encima de la librería especializada en ediciones de coleccionista y
libros usados heredada de mi abuelo, un bazar encantado que mi padre confiaba en que
algún día pasaría a mis manos. Me crié entre libros, haciendo amigos invisibles en páginas
que se deshacían en polvo y cuyo olor aún conservo en las manos. De niño aprendí a
conciliar el sueño mientras le explicaba a mi madre en la penumbra de mi habitación las
incidencias de la jornada, mis andanzas en el colegio, lo que había aprendido aquel día...
No podía oír su voz o sentir su tacto, pero su luz y su calor ardían en cada rincón de aquella
casa y yo, con la fe de los que todavía pueden contar sus años con los dedos de las manos,
creía que si cerraba los ojos y le hablaba, ella podría oírme desde donde estuviese. A veces,
mi padre me escuchaba desde el comedor y lloraba a escondidas.
Recuerdo que aquel alba de junio me desperté gritando. El corazón me batía en el pecho
como si el alma quisiera abrirse camino y echar a correr escaleras abajo. Mi padre acudió
azorado a mi habitación y me sostuvo en sus brazos, intentando calmarme.
—No puedo acordarme de su cara. No puedo acordarme de la cara de mamá —murmuré
sin aliento.
Mi padre me abrazó con fuerza.
—No te preocupes, Daniel. Yo me acordaré por los dos.
Nos miramos en la penumbra, buscando palabras que no existían. Aquélla fue la
primera vez en que me di cuenta de que mi padre envejecía y de que sus ojos, ojos de niebla
y de pérdida, siempre miraban atrás. Se incorporó y descorrió las cortinas para dejar entrar
la tibia luz del alba.
—Anda, Daniel, vístete. Quiero enseñarte algo —dijo.
—¿Ahora? ¿A las cinco de la mañana?
—Hay cosas que sólo pueden verse entre tinieblas 􀀀—insinuó mi padre blandiendo una
sonrisa enigmática que probablemente había tomado prestada de algún tomo de Alejandro
Dumas.
Las calles aún languidecían entre neblinas y serenos cuando salimos al portal. Las
farolas de las Ramblas dibujaban una avenida de vapor, parpadeando al tiempo que la
ciudad se desperezaba y se desprendía de su disfraz de acuarela. Al llegar a la calle Arco
del Teatro nos aventuramos camino del Raval bajo la arcada que prometía una bóveda de
bruma azul. Seguí a mi padre a través de aquel camino angosto, más cicatriz que calle,
hasta que el reluz de la Rambla se perdió a nuestras espaldas. La claridad del amanecer se
filtraba desde balcones y cornisas en soplos de luz sesgada que no llegaban a rozar el suelo.
Finalmente, mi padre se detuvo frente a un portón de madera labrada ennegrecido por el
tiempo y la humedad. Frente a nosotros se alzaba lo que me pareció el cadáver abandonado
de un palacio, o un museo de ecos y sombras.
—Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie. Ni a tu amigo Tomás. A
nadie.
Un hombrecillo con rasgos de ave rapaz y cabellera plateada nos abrió la puerta. Su
mirada aguileña se posó en mí, impenetrable.
—Buenos días, Isaac. Éste es mi hijo Daniel —anunció mi padre—. Pronto cumplirá
once años, y algún día él se hará cargo de la tienda. Ya tiene edad de conocer este lugar.
El tal Isaac nos invitó a pasar con un leve asentimiento. Una penumbra azulada lo
cubría todo, insinuando apenas trazos de una escalinata de mármol y una galería de frescos
poblados con figuras de ángeles y criaturas fabulosas. Seguimos al guardián a través de
aquel corredor palaciego y llegamos a una gran sala circular donde una auténtica basílica de
tinieblas yacía bajo una cúpula acuchillada por haces de luz que pendían desde lo alto. Un
laberinto de corredores y estanterías repletas de libros 􀀀ascendía desde la base hasta la
cúspide, dibujando una colmena tramada de túneles, escalinatas, plataformas y puentes que
dejaban adivinar una gigantesca biblioteca de geometría imposible. Miré a mi padre,
boquiabierto. Él me sonrió, guiñándome el ojo.
—Daniel, bien venido al Cementerio de los Libros Olvidados.
Salpicando los pasillos y plataformas de la biblioteca se perfilaban una docena de
figuras. Algunas de ellas se volvieron a saludar desde lejos, y reconocí los rostros de
diversos colegas de mi padre en el gremio de libreros de viejo. A mis ojos de diez años,
aquellos individuos aparecían como una cofradía secreta de alquimistas conspirando a
espaldas del mundo. Mi padre se arrodilló junto a mí y, sosteniéndome la mirada, me habló
con esa voz leve de las promesas y las confidencias.
—Este lugar es un misterio, Daniel, un santuario. Cada libro, cada tomo que ves, tiene
alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con
él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus
páginas, su espíritu crece y se hace fuerte. Hace ya muchos años, cuando mi padre me trajo
por primera vez aquí, este lugar ya era viejo. Quizá tan viejo como la misma ciudad. Nadie
sabe a ciencia cierta desde cuándo existe, o quiénes lo crearon. Te diré lo que mi padre me
dijo a mí. Cuando una biblioteca desaparece, cuando una librería cierra sus puertas, cuando
un libro se pierde en el olvido, los que conocemos este lugar, los guardianes, nos
aseguramos de que llegue aquí. En este lugar, los libros que ya nadie recuerda, los libros
que se han perdido en el tiempo, viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos
de un nuevo lector, de un nuevo espíritu. En la tienda nosotros los vendemos y los
compramos, pero en realidad los libros no tienen dueño. Cada libro que ves aquí ha sido el
mejor amigo de alguien. Ahora sólo nos tienen a nosotros, Daniel. ¿Crees que vas a poder
guardar este secreto?
Mi mirada se perdió en la inmensidad de aquel lugar, en su luz encantada. Asentí y mi
padre sonrió.
—¿Y sabes lo mejor? —preguntó.
Negué en silencio.
—La costumbre es que la primera vez que alguien visita este lugar tiene que escoger un
libro, el que prefiera, y adoptarlo, asegurándose de que nunca desaparezca, de que siempre
permanezca vivo. Es una promesa muy importante. De por vida —explicó mi padre—. Hoy
es tu turno.
Por espacio de casi media hora deambulé entre los entresijos de aquel laberinto que olía
a papel viejo, a polvo y a magia. Dejé que mi mano rozase las avenidas de lomos expuestos,
tentando mi elección. Atisbé, entre los títulos desdibujados por el tiempo, palabras en
lenguas que reconocía y decenas de otras que era incapaz de catalogar. Recorrí pasillos y
galerías en espiral pobladas por cientos, miles de tomos que parecían saber más acerca de
mí que yo de ellos. Al poco, me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada uno de
aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más allá de aquellos
muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y seriales de radio, satisfecho con
ver hasta allí donde alcanza su ombligo y poco más. Quizá fue aquel pensamiento, quizá el
azar o su pariente de gala, el destino, pero en aquel mismo instante supe que ya había
elegido el libro que iba a adoptar. O quizá debiera decir el libro que me iba a adoptar a mí.
Se asomaba tímidamente en el extremo de una estantería, encuadernado en piel de color
vino y susurrando su título en letras doradas que ardían a la luz que destilaba la cúpula
desde lo alto. Me acerqué hasta él y acaricié las palabras con la yema de los dedos, leyendo
en silencio(...)

Pagina de interes sobre Carlos Ruiz Zafón:

http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Ruiz_Zaf%C3%B3n

ITALO CALVINO







Biografía:



Italo Calvino nació en Santiago de las Vegas cerca de La Habana en Cuba, donde trabajaba su padre Mario, agrónomo, quien dirigía una estación experimental de agronomía. Su madre, Evelina Mameli, oriunda de Cerdeña, se había licenciado en ciencias naturales.
En
1925, sin embargo, volvieron a San Remo donde, dos años después, nació su segundo hijo, Floriano, quien más tarde llegaría a ser un geólogo de fama internacional, además de docente universitario.
Durante su infancia, Calvino recibió una educación laica y antifascista.
Sin embargo, al poco tiempo estalla la Segunda Guerra Mundial y Calvino interrumpe sus estudios. En 1943, fue llamado al servicio militar por la República Social Italiana. Calvino desertó y se unió a la Brigadas Partisanas Garibaldi junto con su hermano. Mientras sus padres quedaban como rehenes de los alemanes.
Una vez acabada la guerra, se mudó a Turín, donde colaboró en unos cuantos periódicos, se matriculó en Letras (se graduaría con una tesis sobre Joseph Conrad) y se afilió al Partido Comunista Italiano (PCI). Fue durante este período de su vida que entró en contacto con Cesare Pavese, quien hizo que fuese contratado por la editorial Einaudi, donde ya trabajaba Elio Vittorini.
En 1964 hizo un viaje a Cuba que le permitió visitar la casa donde había vivido con sus padres y realizar diversos encuentros, uno de los cuales fue con Ernesto Che Guevara. El 19 de febrero, en La Habana, se casaba con la argentina Esther Judit Singer, Chichita. Juntos se fueron a vivir a Roma, donde un año después nacerá su hija Giovanna. La atmósfera cultural italiana había cambiado mucho. La neo-vanguardia había consolidado sus posiciones de prestigio y el estructuralismo y la semiología se habían convertido en las ciencias sociales a las que todos se referían. De estos años son Le Cosmicomiche (1955), una recopilación de cuentos aparentemente de ciencia-ficción pero que en realidad se basan en una corriente fantástica y surreal. Y Ti con zero (Tiempo cero) de 1967 que comparte muchas de estas características.
En
1967 se trasladó a París, incrementó su interés por las ciencias naturales y la sociología y entró en contacto con el grupo Oulipo. Il castello dei destini incrociati (1969), La taverna dei destini incrociati (1973), Le città invisibili (1972) y Se una notte d'inverno un viaggiatore (1979), las obras que pertenecen a su llamada época combinatoria, son una muestra de como influyeron en Italo Calvino estos contactos. El método de construcción de estas obras se basa en la utilización de las diferentes combinaciones de un cierto número de elementos (como las figuras del tarot en Il castello...), que dan origen potencialmente a innumerables acontecimientos.

Italo Calvino padeció un ataque de ictus cerebral en 1985, en Castiglione della Pescaia donde pasaba las vacaciones. Estaba trabajando en una serie de conferencias que tenía que impartir en la Universidad Harvard (y que serían publicadas póstumamente con el título de Lezioni americane, o en español Seis propuestas para el próximo milenio). Fue llevado al hospital de Santa Maria della Scala, pero no pudo superar la noche del 18 al 19 de septiembre y murió.

Obras

Cuentos
La gran bonanza (Prima che tu dica `Pronto`, 1991, una treintena de cuentos, apólogos y diálogos) Bajo el sol jaguar (Sotto il sole giaguaro, 1988, póstuma)
Las ciudades invisibles (Le città invisibili, 1972)
Los amores difíciles (Gli amori difficili, 1970)
Irene, la prostituta más grande del mundo (Iren le prosttitute bigger, 1968)
Tiempo cero (Ti' con zero, 1967)
Cosmicómicas (Le Cosmicomiche, 1965)
Marcovaldo (Marcovaldo, ovvero le stagioni in città, 1963)
Racconti (1958, antología)
Cuentos populares italianos (Fiabe italiane, editor, 1956)
Por último, el cuervo (Ultimo viene il corvo, 1949)

Novela
Palomar (1983)
Si una noche de invierno un viajero (Se una notte d'inverno un viaggiatore, 1979)
El castillo de los destinos cruzados (Il castelo dei destini incrociati, 1969). Completado en 1973 con La taberna de los destinos cruzados (La taverna dei destini incrociati).
La jornada de un interventor electoral (La giornata d'uno scrutatore, 1963)
La nube de smog (La nuvola de smog, 1958)
La especulación inmobiliaria (La speculazione edilizia, 1957)
Trilogía Nuestros antepasados (I nostri antenati, 1960)
El vizconde demediado (I visconte dimezzato, 1952)
El barón rampante (Il barone rampante, 1957) Premio Viareggio
El caballero inexistente (Il cavalieri inesistente, 1959)
Los jóvenes del Po (I giovani del Po, escrito en 1951 y publicado en 1957-1958 en la revista Officina)
El sendero de los nidos de araña (Il sentiero dei nidi di ragno, 1946). Premio Riccione.

Ensayo
Ermitaño.

Otros
Montezuma y L`huomo di Neanderthal (1974) Diálogos para el programa radiofónico Le interviste impossibili
La vera storia (1982) Ópera en dos actos, en colaboración con Luciano Berio.
Allez-hop (1959) Cuento mímico, con música de Luciano Berio, representado en el Teatro La Fenice de
Venecia.
El banco (la panchina, 1956). Con música de Sergio Liberovici, para quien escribió también la letra de cuatro canciones en 1958

Un franmento de una de sus novela,
"El baron rampante"

Fue el 15 de junio de 1767 cuando Cósimo Piovasco de Rondó, mi hermano, se sentó
por última vez entre nosotros. Lo recuerdo como si fuera hoy. Estábamos en el comedor
de nuestra villa de Ombrosa, las ventanas enmarcaban las espesas ramas de la gran
encina del parque. Era mediodía, y nuestra familia por tradición se sentaba a la mesa a
aquella hora, a pesar de estar ya difundida entre los nobles la moda, procedente de la
poco madrugadora Corte de Francia, de comer a media tarde. Recuerdo que soplaba
viento del mar y las hojas se movían. Cósimo dijo: «¡He dicho que no quiero y no quiero!»,
y rechazó el plato de caracoles. Nunca se había visto una desobediencia tan grave
(...)
Estos platos de Battista eran unas
obras de delicada orfebrería animal o vegetal: coliflores con orejas de liebre puestas sobre
un anillo de pelos de liebre; o una cabeza de cerdo de cuya boca salía, como si sacara la
lengua, una langosta roja, y la langosta entre las pinzas sujetaba la lengua del cerdo
como si se la hubiese arrancado. Luego los caracoles: había conseguido decapitar no sé
cuántos caracoles, y las cabezas, aquellas cabezas de caballitos tan viscosas, las había
clavado, creo que con mondadientes, sobre unas pastas de hojaldre, y parecían, cuando
llegaron a la mesa, una bandada de minúsculos cisnes. Y más aún que la vista de
aquellas chucherías impresionaba pensar en todo el empeño que sin duda Battista había
puesto al prepararlas, imaginar sus manos sutiles mientras desmembraban aquellos
cuerpecitos de animales.
El modo en que los caracoles excitaban la macabra fantasía de nuestra hermana, nos
empujó, a mi hermano y a mí, a una rebelión, que era, al mismo tiempo, de solidaridad
con los pobres animales atormentados, de desagrado por el sabor de los caracoles
cocidos y de exasperación por todos y todo, hasta el punto que no hay que sorprenderse
que a partir de ese momento madurase Cósimo su gesto y todo lo que le siguió(...)






Página de interes sobre "El baron rampante".(aquí esta el libro)




martes, 30 de septiembre de 2008

Federico García Lorca


Biografía:

Federico García Lorca nació en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. Y es aquí, en Granada, donde comienza sus estudios de Música, Derecho y Letras, que proseguirá en Madrid. En la capital residirá en la Residencia de Estudiantes, donde se relacionará con poetas y artistas que formarán parte de la Generación del 27.
Entre 1929 y 1930 va como becario a Nueva York, experiencia que influirá decisivamente en su trayectoria poética, llegando a componer su famosa obra Poeta en Nueva York. A su regreso, concretamente en 1932, funda la compañía de teatro La Barraca, y sus éxitos despiertan admiración y odios a la vez. Muere asesinado en 1936, y su muerte se convierte en uno de los episodios más polémicos y famosos de la Guerra Civil española.
Su personalidad nos revela a un hombre de gran simpatía y vitalidad, por un lado, y de íntimo malestar y “dolor de vivir”, por el otro. Estas antitéticas facetas se manifiestan en su obra, donde nos encontramos, tanto manifestaciones de gracia bulliciosa como un elemento obsesivo central: el tema del destino trágico y la frustración.
Como dijimos antes, Federico García Lorca se encuadra dentro del movimiento creado por la Generación del 27, y toma de él gran parte de su estilo. Este grupo se llamó así para conmemorar el tricentenario de la muerte de Góngora que, como veremos, influirá decisivamente en la obra lorquiana. Entre otras características, cabe destacar el gusto por lo culto y lo popular, así como una profunda admiración por las corrientes poéticas primitivas (como es el caso del romance, reflejado en este poema). A esta influencia popular se le conoce con el nombre de neopopularismo. Pero también sería curioso resaltar el gusto por las corrientes más nuevas, procedentes de Europa (futurismo, dadaísmo, ultraísmo...) en contraposición con lo antes comentado: el estilo de la Generación del 27 abarcaría desde los poetas primitivos hasta los europeos más actuales. Y es en esta línea donde descansa la poesía de Lorca, concretándonos en ese gusto por lo culto y popular en este “Romance de la pena negra”, poema característico del Romancero Gitano.




Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
-Soledad, ¿Por quien preguntas
sin compañía y a estas horas?
-Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
-Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
-No me recuerdes el mar
que la pena negra brota
en las tierras de la aceituna
bajo el rumor de las hojas.
-¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
-¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
-Soledad, lava tu cuerpo
con agua de alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.
********
Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabazala
nueva luz se corona.
¡Oh! pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh! pena de cauce oculto
y madrugada remota!

jueves, 25 de septiembre de 2008

Constantino Kavafis


BIOGRAFÍA

Cavafis nació en Alejandría, Egipto, donde su padre era un rico comerciante. Tras su muerte en 1870 la familia tuvo que emigrar a Liverpool. Constantino regresó a Alejandría en 1882.
Con el comienzo de los disturbios en
1885 la familia tuvo que mudarse de nuevo, esta vez a Estambul. Cuando Cavafis volvió a Alejandría lo haría para quedarse el resto de su vida. Al principio trabajó como periodista, y después en el Ministerio Egipcio de Obras Públicas, durante treinta años. Entre 1891 y 1904 publicó su poesía, con poco éxito. Murió en 1933.
Tras su muerte, la reputación de Cavafis aumentó, pasando a ser considerado uno de los mejores poetas griegos modernos.


Obra
Poema de Cavafis en un mural en Leiden (Países Bajos)
La obra de Cavafis, desde unos inicios alimentados por la lectura de
parnasianos y simbolistas franceses, es madura, exigente, habitada por una refinada cultura grecolatina y una subyacente ironía. Obra corregida sin cesar hasta la perfección (algunos poemas fueron elaborados por espacio de diez años), consta de ciento cincuenta y cuatro poemas que consideró acabados y forman la edición canónica, más cierto grupo de otras composiciones que a su juicio no habían encontrado todavía su forma definitiva. Interesado por la historia, Cavafis compuso con frecuencia poemas no sobre grandes momentos históricos, sino sobre las decadencias después de los mismos, como el famoso Esperando a los bárbaros, El dios abandona a Antonio o Ítaca, algunas de cuyas frases han pasado a ser proverbiales. También son muy leídos hoy sus poemas homoeróticos, que cantan las excelencias sensuales del amor furtivo, como "Recuerda, cuerpo...". Los mejores poemas de Kavafis concentran la experiencia humana de una forma intemporal y por ello ha influido notablemente a autores de la poesía de la experiencia, como Luis Cernuda o Jaime Gil de Biedma. Sus piezas históricas más inspiradas pintan con gran fuerza cuadros realistas y decadentes de un pasado poco conocido y ciertamente fascinante: el oriente helénico, desde la antigüedad hasta el presente; los reinos griegos postalejandrinos, la sujeción a Roma, Bizancio, el ascenso del Cristianismo y la convivencia de lo pagano y lo cristiano. Demuestra que, como creían los griegos, la historia es cíclica, e insufla los sentimientos de la nostalgia y del miedo a lo desconocido en sus evocaciones. Posee el secreto de recrear la atmósfera cotidiana de los tiempos ya pasados.
En sus poemas homoeróticos, asoma la flaqueza y la debilidad que nos acecha en los peores momentos, la atracción sexual intensamente física ligada muchas veces al cristiano sentimiento de culpa y la impotencia ante el paso del tiempo.
El estilo de Cavafis rehúye conscientemente la
retórica, pero muestra un distanciamiento grave e inteligente, solemne e irónico a la vez. Por sus poemas desfilan jóvenes chaperos ingenuos y deseables, personajes históricos contemplados en sus momentos de mayor humanidad, gentes anónimas de la calle y objetos vulgares y corrientes que de pronto adquieren un profundo valor simbólico, como por ejemplo las velas encendidas y apagadas que representan el curso de la vida.
Fue
E. M. Forster quien divulgó en Europa la poesía de Kavafis. En España el comienzo de su influjo vino a través de la obra de Luis Cernuda y sus seguidores y, a partir de entonces, fue leído con fruición, sobre todo por los llamados poetas Novísimos, especialmente de José María Álvarez, poeta que realizó una de las primeras traducciones de su obra y en cuya poesía, además, se refleja una acusada influencia del poeta griego. Kavafis fue también una figura influyente en el novelista británico Lawrence Durrell, en cuyo Cuarteto de Alejandría es una presencia permanente. Su poema Esperando a los bárbaros fue fundamental en la concepción de la novela homónima del escritor sudafricano John Maxwell Coetzee.


Ediciones en español y bibliografía
Poesía completa, trad. del griego de
Pedro Bádenas, Alianza, Madrid, 1983.
Poesías completas, trad. del inglés de José María Álvarez, Hiperión, Madrid, 1983.
Obra poética completa, trad. del griego de Alfonso Silván, La Palma, Madrid,
1991.
Poemas, trad. del griego de
Ramón Irigoyen, Barcelona, Seix Barral, 1994.
Kavafis íntegro, trad. del griego por
Miguel Castillo Didier, Quid Ediciones-Universidad de Chile, Santiago, 2003.
Poesía completa, trad. del griego de Anna Pothitou y Rafael Herrera Montero, Visor, Madrid, 2003.
Vicente Fernández González, La ciudad de las ideas: sobre la poesía de C. P. Cavafis y sus traducciones castellanas,
CSIC, Madrid, 2001.


Ítaca
Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de descubrimientos.
A Lestrigones, Cíclopes,
al colérico Poseidón –no temas:
nunca hallarás tales seres en tu camino,
nunca mientras altos sean tus pensamientos,
mientras una extraña emoción
estimule tu alma y tu cuerpo.
A Lestrigones, Cíclopes,
al fiero Poseidón, nunca encontrarás
a menos que en tu alma los lleves dentro,
a menos que tu alma los ponga ante ti.

Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano en que,
con gran placer y alegría,
entres en puertos desconocidos;
podrías detenerte en los mercados de Fenicia
y comprar hermosas cosas,
coral y nácar, ámbar y ébano,
toda clase de perfumes sensuales...
adquiere tantos como puedas;
podrías visitar muchas ciudades
y no dejar de aprender de sus sabios.
Que siempre Ítaca esté en tu pensamiento.
Llegar ahí es tu destino.
Pero nunca apresures el viaje.
Es preferible que dure años,
que seas viejo cuando alcances la isla,
rico con todo lo que habrás ganado en el camino,
sin esperar que sea Ítaca la que te haga rico.
Ítaca te dio un maravilloso viaje.
Sin ella no habrías partido.
Pero ya no tiene más que darte.

Y si la encuentras pobre, no creas que Ítaca te ha engañado.
Sabio como te has hecho, tan pleno de experiencia,
habrás entendido lo que significan las Ítacas.

martes, 23 de septiembre de 2008

PABLO NERUDA


BIOGRAFÍA:

Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto, más conocido como Pablo Neruda (Parral, VII Región del Maule, Chile, 12 de julio de 1904Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973) fue un poeta chileno, Senador de la República, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Chile y embajador de Chile en Francia, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1971. Es uno de los poetas más editados e influyentes del siglo XX en todo el mundo, «el más leído desde Shakespeare», según el crítico y biógrafo Alastair Reid.

Hijo de José del Carmen Reyes Morales, obrero ferroviario, y Rosa Neftalí Basoalto Opazo, maestra de escuela fallecida cuando Neruda tiene un mes de edad. En 1906, la familia se traslada a Temuco, donde su padre se casa en segundas nupcias con Trinidad Candia Marverde a quien Neruda llamaba «mamadre».
Neruda ingresa al Liceo de Hombres de Temuco, donde cursa todos sus estudios hasta terminar el 6º año de humanidades en 1920.
En
1919,obtiene el tercer premio en los Juegos Florales de Maule con su poema «Sueño de una noche chilena». En 1920 comienza a contribuir con la revista literaria Selva Austral bajo el seudónimo de «Pablo Neruda», que adoptara en homenaje al poeta checo Jan Neruda (18341891).
En
1921 se radica en Santiago y estudia pedagogía en idioma francés en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde obtiene el primer premio de la fiesta de la primavera con el poema «La canción de fiesta», publicado posteriormente en la revista Juventud. En 1923, publica Crepusculario, que es reconocido por escritores como Hernán Díaz Arrieta, Raúl Silva Castro y Pedro Prado.
En
1924 publica su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. Posteriormente se manifiesta un propósito de renovación formal de intención vanguardista en tres breves libros publicados en 1926: El habitante y su esperanza, Anillos (en colaboración con Tomás Lagos) y Tentativa del hombre infinito.
En
1927, comienza su larga carrera en la diplomacia en Rangún, Birmania. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. En sus múltiples viajes conoce en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti. En 1935, Manuel Altolaguirre le entrega la dirección a Neruda de la revista Caballo verde para la poesía, en la cual es compañero de los poetas de la generación del 27. Ese mismo año aparece la edición madrileña de Residencia en la tierra.
En
1930 se casó con María Antonieta Hagenaar, «Maruca». Con ella tuvo, en 1934, una hija, Malva Marina, nacida con hidrocefalia y que murió en 1943, a los ocho años. Neruda se separó de Hagenaar en 1936 (se divorciaría de ella a distancia, en México, en 1942).

Neruda durante una visita a Estados Unidos en 1966.
En
1936 estalla la Guerra Civil Española. Conmovido por la guerra y el asesinato de García Lorca, Neruda se compromete con el movimiento republicano, primero en España y luego —ya desplazado de su cargo diplomático— en Francia, donde comienza a escribir España en el corazón (1937). En ese año regresa a su patria, y su poesía durante el período siguiente se caracterizará por una orientación hacia cuestiones políticas y sociales, lo que refuerza sus grandes ventas de libros.
En
1939 es designado cónsul especial para la inmigración española en París, donde destaca como el gestor del proyecto Winnipeg, barco que llevaría a cerca de 2.000 inmigrantes españoles desde Francia a Chile. Poco tiempo después, es asignado como Cónsul General en México, donde reescribe su Canto General de Chile transformándolo en un poema del continente sudamericano. Esta obra, titulada Canto General, fue publicada en México en 1950, y también clandestinamente en Chile. Compuesta de unos 250 poemas en quince ciclos literarios, constituye (a juicio del propio Neruda) la parte central de su producción artística. Al poco tiempo de publicado, Canto General fue traducido a alrededor de diez idiomas. Casi todos los poemas que lo componen fueron creados en circunstancias particularmente difíciles, cuando Neruda vivía en el exi


Habiendo retornado a Chile en 1943 —año en que se casó con Delia de Carril, «la Hormiguita», en un matrimonio luego declarado ilegal por la justicia chilena—, Neruda recibe el Premio Nacional de Literatura en 1945.


La ruta de Neruda corresponde a la travesía realizada por el poeta al escapar de una persecución política durante el otoño de 1949. El poeta Premio Nobel de Literatura, cruza por el paso de Lilpela desde Chile hacia Argentina, luego de varios meses de estadía en la comuna de Futrono.
A finales de la década del 40, durante el gobierno de
Gabriel González Videla, se decreta una ley que prohíbe el partido comunista, comenzando una persecución en contra del senador de ese partido, el poeta Pablo Neruda. Por ello, el poeta decide huir, y luego de meses viviendo en la clandestinidad entre Santiago, Valdivia y la comuna de Futrono, cruza por el paso de Lilpela desde Chile hacia Argentina en el otoño de 1949.



OBRAS:


Crepusculario. Santiago, Ediciones Claridad, 1922.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Santiago, Nacimento, 1924.
Tentativa del hombre infinito. Santiago, Nacimento, 1926.
El habitante y su esperanza. Novela. Santiago, Nacimento, 1926. (prosa)
Residencia en la tierra (1925–1931). Madrid, Ediciones del Árbol, 1935.
España en el corazón. Himno a las glorias del pueblo en la guerra: (1936–1937). Santiago, Ediciones Ercilla, 1937.
Nuevo canto de amor a Stalingrado. México, 1943.
Tercera residencia (1935–1945). Buenos Aires, Losada, 1947.
Canto general. México, Talleres Gráficos de la Nación, 1950.
Los versos del capitán. Edición anónima en Capri, Italia, Arte Tipografica, 1952
Todo el amor. Santiago, Nacimento, 1953.
Las uvas y el viento. Santiago, Nacimento, 1954.
Odas elementales. Buenos Aires, Losada, 1954.
Nuevas odas elementales. Buenos Aires, Losada, 1955.
Tercer libro de las odas. Buenos Aires, Losada, 1957.
Estravagario. Buenos Aires, Losada, 1958.
Cien sonetos de amor. Santiago, Ed. Universitaria, 1959.
Navegaciones y regresos. Buenos Aires, Losada, 1959.
Poesías: Las piedras de Chile. Buenos Aires, Losada, 1960.
Cantos ceremoniales. Buenos Aires, Losada, 1961.
Memorial de Isla Negra. Buenos Aires, Losada, 1964. 5 vóls.
Arte de pájaros. Santiago, Ediciones Sociedad de Amigos del Arte Contemporáneo, 1966.
Fulgor y muerte de Joaquín Murieta. Bandido chileno ajusticiado en California el 23 de julio de 1853. Santiago, Zig-Zag, 1967. La obra fue escrita con la intención de servir de libreto para una ópera de Sergio Ortega.
La Barcarola. Buenos Aires, Losada, 1967.
Las manos del día. Buenos Aires, Losada, 1968.
Fin del mundo. Santiago, Edición de la Sociedad de Arte Contemporáneo, 1969.
Maremoto. Santiago, Sociedad de Arte Contemporáneo, 1970.
La espada encendida. Buenos Aires, Losada, 1970.
Discurso de Estocolmo. Alpignano, Italia, A. Tallone, 1972.
Incitación al Nixonicidio y alabanza de la revolución chilena. Santiago, Empresa Editora Nacional Quimantú, 1973.
La rosa separada. Obra póstuma. Buenos Aires, Losada, 1973.
Libro de las preguntas. Buenos Aires, Losada, 1974.
Jardín de invierno. Buenos Aires, Losada, 1974.
Confieso que he vivido. Memorias. Barcelona, Seix Barral, 1974. (autobiografía)
Para nacer he nacido. Barcelona, Seix Barral, 1977.
El río invisible. Poesía y prosa de juventud. Barcelona, Seix Barral, 1980.



POEMA xx


PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.